Llegamos al garaje, -que poco ha durado el viaje en moto- me digo a mí misma, pero la sensación de volver a abrazarte desde atrás sentados en ella, me ha vuelto a poner la piel de gallina. Moto aparcada, me quito el casco e intento arreglarme el pelo, en fin, lo intento, pero no lo consigo del todo.
Me coges de la mano, ahora sí, ahora no hay moros en la costa, es el momento para ti para poder mostrarme un mínimo de cariño. Nos encaminamos al ascensor, entramos, aprietas el botón, séptimo piso. Me pongo al fondo, de cara a ti. Me miras, mi reflejo en el brillo de tus ojos me dicen que definitivamente no he conseguido arreglarme el pelo. Creo que te da igual, o al revés, me da la impresión que prefieres mi pelo así, suelto y enmarañado, cayendo sobre mis hombros.
No pestañeas, te acercas, no dejas de estudiar mis facciones, aunque ya las conoces de memoria sigues mirándome como la primera vez que nos vimos. Lo recuerdas? Cuando aparcaste en mi ciudad y bajaste del coche. Hace cuanto de ese día? Seis, siete meses, no déjame contar, hace diez meses.
No has dejado de acercarte, tu brazo pasa por detrás de mi espalda y con fuerza me atraes a ti, no hace falta hablar, no hay palabra que mediar, sobra espacio, sobra aire, y falta tiempo... el acople de nuestras bocas vuelve a ser perfecto, nuestras lenguas se conocen demasiado bien, y comienzan su baile favorito, al son de la música que sale de nuestros corazones y que se oye gracias a nuestros gemidos.
Solo con tus besos ya consigues estremecerme... llevo un mes deseando volver a sentir tus besos, me da igual lo demás, solo quería, necesitaba tus besos, esos que me das con pasión y un toque de dulzura, entrelazas la ternura con la rudeza que ni puedes ni quieres evitar... el tiempo se para, el mundo desaparece, la gravedad es inexistente, solos tú y yo... nuestras bocas, nuestras lenguas, nosotros... y sin más el ascensor se para, siete pisos no dan para más... salgamos del ascensor, entremos en tu casa, dejemos que nuestras bocas y nuestra lenguas se separen para volver a reencontrarse dentro de unos segundos, dejémonos llevar, recorrámonos centímetro a centímetro, muéstrame por enésima vez cuantos besos caben en mi cuerpo, hagamos el amor mientras follamos...
Hay experiencias que deberia ser obligatorio vicvir al menos una vez en la vida, y que te den un beso de esos que te haga mojar las bragas, al menos dos veces.
ResponderEliminarPreciosa y magnifica narración de un momento tan efimero como es un viaje en ascensor, pero que gracias a tus bellas palabras y nuestra fervorosa imaginación sólo es el preludio de un encontronazo de dos almas.
Un beso preciosa ;)
Muchas gracias preciosa, un placer hacer volar tu imaginación...
ResponderEliminarGracias por este relato, esta muy bonito.
ResponderEliminarBesos
Ohhhh que romanticoooooooo me gusta
ResponderEliminarDespués de leer esto, no va a ser lo mismo subir a un ascensor. Y menos aún con el vecino del quinto. Gracias por el relato.
ResponderEliminarEs un momento efímero, pero tan sensacional, ese beso es el prólogo de muchos otros, realmente me fascino el relato...es tuyo?
ResponderEliminarBesitoss
CDC
Marili, la autora se llama Isabel Soler Gil-mascarell, pero firma estos relatos como Alma de Luna. Me gustaron muchos sus relatos, y le propuse que los compartiera aqui en el blog para que diera a conocer el talento que tiene.
EliminarWaaaaww pero que romanticoooo. *_* Ay que bonito. Me ha gustado mucho reina.
ResponderEliminarUn besazo.
CDC