29 de mayo de 2017

Relato #18 - BESOS CON SABOR A PASADO

Empieza a anochecer, la gente se ríe en pequeños grupos mientras buscan un lugar donde cenar. Es jueves por la noche, estoy cansada; la semana ha sido bastante movida y el día, aunque ha acabado bien no ha sido de los mejores. Sonrío, al menos acabará entre risas, cervezas y buena compañía. Una amiga me ha comentado que me acerque a un bar del centro, está con unos antiguos amigos suyos del instituto, y entre ellos, alguien que en su momento fue la causa de la sonrisa prendida en mis labios. Me reviso de arriba a abajo: vaquero, camiseta y el pelo enredado y despeinado; informal y cómoda, tampoco quiero impresionar a nadie. Tengo ganas de verte, mi sonrisa se intensifica. Por fin llego, te levantas y vienes a abrazarme, pero te dejo de lado para abrazar a mi amiga, que quieres que te diga, la amistad prevalece por encima de ti. Que guapo estás. Me sorprende seguir teniéndote ganas. Un abrazo, dos besos, nuestras dos sonrisas las cuales se empiezan a enredar, y las presentaciones pertinentes del resto del grupo. Conversación, cañas, risas, lo que viene siendo una reunión distendida y divertida. El grupo comienza a disiparse, hasta que nos dejan solos; otra caña. La conversación toma un giro, es momento de hablar de nosotros, del pasado, sinceridios. Nuestras sonrisas, el brillo de nuestros ojos y el no dejar de acercarnos, delata que aún nos tenemos ganas. Quiero besarte, pero me aguanto. La barba te sienta fenomenal. Ya no estás con tu novia me comentas de pasada mientras me miras sin pestañear; no hemos dejado de escrutarnos el uno al otro. 
Mi mente intenta alejar las ganas de beso, pero mis ojos se delatan, no dejan de mirar tus labios. 
Finalmente, es mi mano quien, aliándose con mis ganas, decide por cuenta propia enredarse con tu nuca, y, con la fuerza justa, conseguir que tu cuerpo, entendiendo de inmediato, se acerque al mío. Ladeas ligeramente la cabeza, el acople, como hace unos meses vuelve a ser perfecto, nuestras bocas se conocen bien. Ansiado beso. Suave, cálido, lento, deseado, disfrutado. Risas al separarnos, miradas, y más sincericidio. No te confundas, no me molesta en absoluto tus explicaciones, porque lo que me estás contando no son excusas, y eso, se agradece, y mucho; pero me duele tus porqués. Respeto tu opinión, si bien no la comparto, y un ligero manto de tristeza comienza a adueñarse de mi. Es tarde, mañana madrugamos. De camino a tu coche, más risas, más roce, más miradas, tu mano enredada en la mía, y si, más besos, y más intensos.
No sé cuándo volveremos a vernos, estoy casi segura que no vamos a volver a intentarlo, tus porqués han sido demasiado claros. Y aunque tus ojos y tus labios hablen el mismo idioma que los míos, es tu mente la que manda, la que consigue que todo acabe: que no te fías de mí, me dices...