31 de diciembre de 2016

Relato #1 - FANTASÍA

Siempre he pensado que extraño fenómeno hace que unas veces contestemos a algunos mensajes sí y a otros no o, si entramos en un chat, aceptamos o pedimos hablar con alguien. Así fue como la conocí, o mejor dicho, cómo ella me conoció a mí, y en la charla que tuvimos le conté que tenía un blog por si le apetecía leerlo. Esa tarde, ella tenía que trabajar hasta más tarde, y por lo que luego me dijo le apetecía bastante poco, así que en un momento de descanso, se puso a leerme y fue cuando descubrió una de sus fantasías sexuales: “echar un polvo en una ducha”. Me escribió entonces y me hizo algún comentario añadiendo o postergando alguno de los momentos de mi fantasía o relatando cómo veía la suya. 

Le gustó mi fantasía por lo que sintió al leerla, el cariño, la serenidad, las ganas de hacer gozar a otra persona, pero a la vez mostrar el deseo sin freno y las ganas de gozar yo mismo. Le encantan las personas que son capaces de plasmar en un papel y de manera tan explícita, sin llegar a ser soez, un encuentro sexual entre un hombre y una mujer, con los sentimientos que se generan, aunque sean dos desconocidos. 

Coincidimos alguna vez y nos enviamos algún que otro correo, hasta que decidimos quedar un día. Sinceramente, en mi mente no entraba que en ese encuentro hubiera sexo entre nosotros. Por las charlas que habíamos tenido ella sabía que, aunque no lo parezca, soy una persona tímida y que había que dejarme mi espacio y darme mi tiempo, pero intuí que le apetecía tontear conmigo, e intentar seducirme pero sin forzar la situación. 

Quedamos en una zona de terrazas. Aunque acababa de empezar la primavera hacia un tiempo estupendo. Nos sentamos en una de ellas. Sorpresas nos depara el destino. Cuando la camarera traía lo que nos íbamos a tomar, se tropezó y se derramaron las bebidas sobre mí. La verdad es que era una situación un poco incómoda pero “graciosa”: la camarera que no sabía dónde meterse muerta de vergüenza y yo intentando quitarle hierro a la situación pero a la vez súper apurado. Había quedado hecho un asco con casi toda la ropa manchada, y no sólo por fuera. Una vez que la camarera se fue después de pedir mil veces perdón, intentamos seguir la conversación, pero se notaba que no me encontraba muy a gusto, no paraba de mirarme la ropa y revolverme en la silla, ella se dio cuenta y me dijo: venga, vamos a tu casa y te cambias. 

No pensaba en ese momento en nada más. Por su cabeza se pasó como se sentiría ella si le hubiera ocurrido lo mismo. Le dije que sí, así que cogimos su coche y nos fuimos. Cuando llegamos a mi casa, ella tenía la intención de no subir, pero comenté: “anda, sube por favor, que sabiendo que estás aquí esperando voy a ir con prisas y seguro que me pasa algo más, que hoy no es mi día”. No le gusta mucho ir a casa de nadie y menos que conoce a través de la red, piensa que es invadir su intimidad, pero si yo se lo estaba pidiendo reflexionó, ¿por qué no?. 

Subimos a mi casa y me dijo que si me importaba antes de entrar en el baño que la dejara pasar primero. Entró y sus ojos se fueron directamente a la ducha. Era como la que había leído en mi fantasía y claro, su imaginación empezó a fantasear. Se fue al comedor, mientras yo iba a mi habitación a coger lo que necesitaba. El baño estaba muy cerca de donde se encontraba y empezó a oír la ducha y ese sonido hizo que se revolucionara del todo. Pensó, ¿por qué no? No tengo nada que perder, sólo que ganar. Si me dice que no, pues no pasa nada y si es que sí, pues eso que nos vamos a llevar para el cuerpo. Se desnudó y entró en el baño. Vio el contorno de mi figura a través de la mampara y el sonido del agua que seguía cayendo. Respiró hondo, se acercó a la ducha y la abrió. 

Se le quedó grabada mi cara de susto y de sorpresa a la vez. La miré a los ojos como preguntando qué es lo que estaba sucediendo, pero enseguida mi mirada fue bajando por su cuerpo y esa cara de miedo y sorpresa se tornó en una media sonrisa tímida, y mis ojos empezaron a tener un brillo especial. Estuvimos, no sabría decir el tiempo, mirándonos, sin hablarnos, aunque nuestros cuerpos lo estaban haciendo por nosotros. Alargué mi mano para que entrara conmigo y cerré la mampara. 

Siempre es un placer disfrutar de una ducha de agua tibia. Si además la ducha está compartida con la mejor compañía, miel sobre hojuelas. Disfrutar del agua en ese espacio con un cuerpo deseado..., sentir las salpicaduras del agua de un cuerpo a otro..., rozarnos tímidamente y cogernos por las manos, mientras nuestros ojos se buscan y nuestros labios se encuentran curiosos, mientras el agua cae por nuestros rostros.

Comenzamos a sentir los labios mojados, mientras nuestros cuerpos se rozaban inevitablemente. Sentí sus senos en mi pecho y los dos notamos nuestros corazones acelerarse, hasta no poder evitar fundirnos en un abrazo bajo el agua, uniendo los cuerpos mientras nuestras lenguas se buscaban lujuriosas. 
Comencé a besar su cuello, sus hombros, su espalda, dejando que la punta de mi lengua se arrastrara por su anatomía, hasta llegar a la redondez de sus nalgas, mientras las yemas de mis dedos apenas rozaban su piel, deslizándose, a lo largo de sus piernas, hasta llegar a sus tobillos. Subí lentamente acariciando con mis labios su costado, desde su cadera, hasta que mi rostro rozó el lateral de su pecho, hasta llegar a su axila. Busqué su cuello con mi boca, mordisqueándolo cariñosamente, recorriéndolo en su totalidad, desde su garganta hasta su nuca, retirando cuidadosamente el cabello para darle unos dulces mordisquitos, volviendo hasta encontrarme con el lóbulo de su orejita y, con mis labios y mi lengua jugueteando con ella, hasta llegar a su escote, sus pechos, buscando de nuevo sus tostados pezones. Posé sobre un pezón mi boca, disfrutando de la suavidad de su piel, y comencé a hacer circulitos sobre él con la punta de mi lengua, recorriendo su areola, sintiendo como se tornaba rugosa y como su pezón se desperezaba. Lo abracé entre mis labios, succionándolo muy delicadamente, mientras sentía en mi cuerpo como la sangre irrigaba mi sexo. 

Con su pezón entre mis labios mi lengua se alargaba para rozarlo, sintiendo como crecía y se endurecía. Descendí por la copa de sus senos, disfrutando de la suavidad de su piel, recorriendo su abdomen, buscando su ombligo, bajando por su tripita hasta llegar a su pubis, impecablemente recortadito. Lo rodeé besando su contorno pero sin reparar en él, mientras sentía como inspiraba profundamente y encogía su estómago presa de la excitación. Continué bajando por su muslo, alcanzando su rodilla, llegando a su tobillo y su pie. Al sentir mis labios ahí, levantó el pie mientras guardaba el equilibrio apoyando su espalda en la pared. Besé sus deditos, recorriendo los espacios entre ellos con mi lengua, introduciéndolos en mi boca y succionándolos, lentamente, de uno en uno, mientras mis manos acariciaban la cara interna de su rodilla y ascendían provocadoras por su muslo. Ella me observaba, arrodillado a sus pies, bajo el agua, que resbalaba por mi cuerpo desnudo. 

Sin levantar mis labios de su piel, comencé a ascender por su tobillo hasta llegar a su rodilla, y desde allí, seguir subiendo por la cara interna de su muslo... De nuevo percibí que el grado de excitación aumentaba imparable, en los dos. Sentía mi sexo erecto, latiendo, mostrando mi glande terso, brillante, hinchado bajo el agua. Elevó su pierna y puso su muslo sobre mi hombro, mostrándome su rinconcito más preciado, facilitándome el acceso. Lo alcancé con mi boca y muy suavemente empecé a rodearlo con mi lengua, llegando a sus ingles, hasta alcanzar su caramelito de placer. Pasé mi lengua sobre él, todavía protegido por su capuchoncito de piel y emprendí el descenso por su otra ingle, hasta llegar al final de su sexo, pero, en vez de detenerme, continué hasta alcanzar su ano. Alargó sus manos hasta cogerme por el cabello y tirar de él hasta casi hacerme daño pero, en lugar de molestarme, eso hizo que me excitara más todavía, sabedor del placer que ella recibía, de la excitación que acumulaba. 

Apoyé la puntita de mi lengua en su agujerito y lo masajeé suavemente, abandonándolo para volver a recorrer su intimidad de sur a norte y así, efectuar el mismo recorrido lentamente dos o tres veces hasta sentir que ya no podía aguantar más el deseo de sentirme sobre su vulva. 

En el último viaje a su clítoris, apoyé mi lengua sobre él, haciéndola vibrar unos segundos y, presionando suavemente pero con firmeza, la tensé y deslicé entre sus labios vaginales. Se abrían a mi paso sin ninguna dificultad, dejándome saborear sus flujos, templando mi boca con el calor que irradiaba, hasta llegar a su ano. Lo acaricié de nuevo, sujetando sus nalgas con mis manos y, dejando mi lengua frente a él, lo presioné hasta penetrarlo un poquito, al tiempo que un gemido ahogado salía de su garganta. 

Proseguí recorriendo su vulva hasta su clítoris, que esta vez asomaba curioso en busca de placer. Lo besé y succioné, recorriéndolo y lo masajeándolo con mi lengua y mis labios... sintiendo como se endurecía por la excitación. 

Subí con mi boca por su cuerpo, levantándome poco a poco, buscando apoyo en sus caderas, hasta que nuestros labios se unieron. Sentí como mi pene rozaba su cuerpo en mi incorporación, resbalando entre sus muslos hasta topetear con su vulva. Moví mis caderas mientras frotaba mi glande contra su sexo abierto, estimulando su clítoris y su vulva, hasta que ella pasó su brazo entre nosotros y me cogió el miembro. Comenzó a frotarlo y deslizarlo por su sexo y, en un hábil movimiento, lo encaró hacia su gruta de placer.

Entró el glande y los dos quedamos inmóviles, ella gozando de como latía, hinchándose aún más, yo con los masajes que las contracciones de su vagina me proporcionaban. Nos besamos apasionadamente. Nuestras manos buscaron nuestros cuerpos hasta que las suyas se entrelazaron por detrás de mi cuello. Las mías la cogieron por sus nalgas y, en un ágil pero cuidadoso movimiento, subió su cuerpo hasta abrazar mis caderas con sus muslos. Creí derramarme en ese mismo instante pero me contuve y apoyé mi espalda en la pared. Se dejó caer sobre mi pene, escondiéndolo completamente en su interior hasta que mis testículos hicieron tope con su culo. 

Pasó de nuevo un brazo entre nuestros cuerpos y comenzó a masturbase a la vez que agitaba sus caderas en movimientos indescriptibles que hacían que perdiera la noción del tiempo. 

Mis labios buscaron sus pechos, ávidos del calor de sus pezones, completamente marcados. Sus uñas se clavaron en mi cuello mientras mis manos aprovechaban la proximidad de su ano para acariciarlo con la yema de mi dedo índice, recogiendo los flujos que resbalaban por su perineo, hasta penetrarlo con un tercio de mi dedo. 

Creo que ese fue el detonante, y sus embestidas aumentaron en ritmo e intensidad, mientras nuestros gemidos se mezclaban con el ruido del agua de la ducha. “No aguanto más”, le dije, mientras sus flujos mezclados con el agua resbalaban por mis testículos. “Me voy a correr”, me dijo ella y se lo rogué: “vamos amor, córrete ya, quiero sentir tu coñito correrse conmigo dentro”, momento en que se agitó, cabalgándome como una amazona hace con su mejor potro, soltando un gemido que hizo que mi pene comenzara a soltar sus chorros de leche en su interior. 

Mis piernas flojearon y temí caer, pero por suerte no fue así. Tras el clímax, nos miramos, todavía dentro de ella, y una risa espontánea de felicidad se nos escapó a los dos. 

Aguantamos hasta sentir que mi pene resbalaba hacia el exterior, momento en que bajó sus piernas haciendo pie en el suelo de la ducha. Nos abrazamos de nuevo, esperando que nuestros corazones recuperarán el ritmo normal. 

Ahora sí, tocaba ducharse con gel, para seguir con la tarde que habíamos comenzado, tomando algo en una terraza, una bonita tarde de primavera y, en el fondo, agradeciendo a esa camarera que derramara las bebidas sobre mí.   


12 comentarios:

  1. Exquisita manera de dar importacia a los detalles de ese viaje al climax

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    1. Gracias Cata Pérez. Viaje excitante e inolvidable.

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  2. 😮 que bien contada y explicada, esta historia, que hace sentirla muy real

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    1. Ese es el objetivo, sentirlo realmente. Gracias Isabel.

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  3. Fascinante, excitante y exquisito amor

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    1. Un gusto saber que te ha gustado Ana. Espero que las siguientes publicaciones también te gusten.

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  4. Qué maravilla!

    Hola, morenaza
    Feliz Año Nuevo, preciosa

    Un saludazo Lou G de Gocce di Essenza BLOG

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  5. Año nuevo, ducha nueva... tendré que pensar en probar algo así...😜. Bienvenido a nuestros nuevos aromas. Chapeaux! 😊

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    1. No hace falta que te descubras Isa, con saber que te ha gustado me doy por satisfecho. Gracias.

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  6. ¡Holaaa! Me ha encantado el relato, es precioso *-*
    Espero poder leerte más relatos como este porque me quedo por aquí jejejjeje
    Un beso y nos leemos <33
    Te dejo mi blog por si quieres pasarte http://deliriumnervosa.blogspot.com.es

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    1. Un placer también para mí y, por supuesto, te hago una visita ahora mismo.

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